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sábado, 2 de julio de 2016

No soy como tú esperabas

Idealizar a la pareja conduce a la decepción. Hay que aprender a amar a las personas por lo que son, no por cómo queremos que sean.

No soy como tú esperabas


Llegó un día que me dijiste que yo no era lo que tú esperabas. Pero, ¿qué era lo que en verdad esperabas? Quizás la respuesta se encuentre en todo aquello que tú pensabas y que nunca llegó a hacerse realidad. Porque me idealizaste, me pusiste en el pedestal más alto y cuando abriste los ojos todo se vino abajo.

Muchas personas idealizan a su pareja. Tanto es así que llega el punto en el que se enamoran de alguien que no existe. ¿Qué ocurre cuando pasa el tiempo? Que abres los ojos y empiezas a descubrir de quién realmente te has enamorado.

No he cambiado, nunca he sido lo que esperabas

Es curioso cómo las personas que quieren vivir en pareja llegan a desconocer a quien realmente tienen a su lado. Pero, a veces, no conocemos a nuestra pareja porque tampoco hemos llegado aún a conocernos a nosotros mismos.

Quizás no quieras tener a tu lado a un compañero de vida, sino a una persona que supla tus carencias. Tal vez temas estar solo o tengas algún tipo de miedo. Lo que desconoces es que esta no es la solución y que el resultado será bastante doloroso.

Ningún vínculo perdurará en el tiempo si tu pareja se convierte en tu “salvación”, si te apoyas en ella para intentar escapar de tus verdaderos problemas. Además, te mientes a ti mismo porque esperabas que fuese eso que tanto necesitabas, pero con el tiempo te das cuenta de que has estado viviendo en un sueño.

Cuando le recriminamos a nuestra pareja que ha cambiado quizás no somos conscientes de que quienes hemos querido cambiarla hemos sido nosotros, sin querer abrir los ojos, creyendo que era lo que nosotros queríamos que fuese.


Al final, nos encontraremos vacíos, nos decepcionaremos y nos desenamoraremos. Eso que tanto esperabas se esfumará y tendrás la tentación de buscar un sustituto. Tu pareja debe ser tu compañero de viaje, nunca tu prisionero o la solución de tus problemas.

Los verdaderos compañeros de viaje

El amor nunca debería ser sinónimo de cambio. No tenemos por qué amoldarnos a la otra persona, ser la pareja perfecta, esa que tanto desea. La base siempre debe ser la autenticidad, que te quieran por cómo eres no por cómo quieren que seas.


Por este motivo, si en verdad quieres un compañero de viaje, nunca debes “usarlo”. No te permitas estar con alguien porque tienes miedo a la soledad, ni porque tus carencias afectivas te “obligan” de alguna manera a estar con alguien.

¿Cómo escoger sabiamente a tu pareja? Aquí te dejamos algunos consejos:

Afinidad emocional: el amor no se elige, muchas veces llega sin avisar y sin que nosotros estemos preparados para afrontarlo. Pero, si hay una muy buena sintonía y empatía, es posible que sea un buen compañero de tu vida.

Compatibilidad intelectual: el amor se basa también en la complicidad y la amistad. Tu pareja tiene que ser también tu amigo, tu confidente.

La compatibilidad física es importante: sabemos que no todo se reduce a un físico, pero que os sintáis atraídos físicamente es necesario. Aunque muchos digan que el sexo no es todo, son muchas las parejas que empiezan a decaer cuando las relaciones sexuales no se cuidan.

Mismos valores, misma visión del mundo: es imposible que la otra persona sea igual que tú. Pero es importante que tengáis unos valores compartidos y una visión del mundo similar. Si esto no es así, no es tu compañero de vida.

Amor no es posesión: pregúntate si estás con esa persona porque la amas o porque la necesitas. A veces, confundimos el amor con el deseo de poseer, de tener a alguien que cubra ese vacío. De esta manera, la hacemos partícipe de nuestras inseguridades, nuestros miedos. La utilizamos para nuestros propósitos.

Si una persona no es lo que esperabas, pregúntate cuánto la has idealizado o cuánto has querido que fuese lo que tú querías. Tenemos que amar, que aceptar a las personas tal y como son, pero muchas veces priorizamos nuestras necesidades.

No te permitas sumergirte en relaciones tóxicas. Nadie se merece ser utilizado, ni idealizado en exceso. Aprende a amar a las personas tal y como son y que te amen igualmente. Así te evitarás decepciones y ya no pensarás “no soy lo que tú esperabas”.

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